¿Dónde, oh diosa,
haz sembrado tu corazón sino en mi pecho?
¡Castigo o premio! Mujer hermosa,
que de mis ojos quedas dueña,
de mi corazón, de mi suspiro.
Cuando vuelva, ¡oh!, la vida
a florecer en tu cabello,
espero pueda ser de nuevo…
Amigo, amante, cantor risueño,
que desde la punta del árbol
se riegue en fruto, retoño.
(Amor eterno)
¡Mujer semilla!,
¿Castigo o premio?,
Que se me ha sembrado al corazón…
¡Y ya no escapa de mis ojos,
ni de mi pecho, ni del suspiro!
Diosa de la vida…
¡Vívame pues!, ¡una vez tras otra!,
Que la vida entera se haga un sueño,
y cuando esté, ¡estemos!
Que sepa usted que yo la quiero…
Así, mujer semilla,
con todo el corazón,
desde la planta de los pies…
Y hasta la punta de los dedos.
-Mujer semilla-