Dedícame.
Dedícame, pues, tus horas,
como las olas a la playa,
tranquilas y constantes,
ajenas al mundo y sus deberes.
Te daré a cambio
(y si eso quieres…)
Mi corazón como un volcán,
activo, pero a la espera.
Sabrás quizás en un suspiro
aquello que solo al viento digo,
que te quiero en cada fumarola,
en cada pequeño temblor de algún latido.
Dedícame, pues, si es que te nace,
los granos de arena que caen despacio
o las manecillas que se mueven lento…
tras los cristales que lo miran todo.
-Dedícame-
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